Contemplando la espacialidad con ojos de niño
Dan Graham
New
Classic Models
Galería Cayón
Calle Blanca de Navarra, nº7 - nº9
Madrid
28 de febrero – 12 de abril de 2019
La Galería Cayón se ha centrado desde su
inauguración en el año 2005 en el espacio y el uso de este por los artistas. Siguiendo
esta línea, y coincidiendo con la feria ARCO 2019, nos presentan la exposición New Classic Models de Dan Graham para
que reflexionemos – y juguemos – con la esfera pública y el lugar que ocupamos
en ella.
Dan Graham (Urbana,
EE.UU, 1942) tiene una dilatada trayectoria desde que por los años 60 decidiese
establecer su propia galería en Nueva York. Su interés por el arte más
estrictamente contemporáneo y una mirada novedosa e intuitiva, que le llevó a
exhibir artistas como Sol LeWitt a pesar de la poca fama que tenía por
entonces, no sirvieron, sin embargo, para conseguir demasiadas ventas. Tras
este hecho desafortunado por el que tuvo que cerrar la galería, comenzó casi
sin pretenderlo a producir su propio arte. Desde el más estricto autodidactismo
ha trabajado disciplinas como la fotografía, la performance, el videoarte y la
instalación. Y precisamente, su culmen artístico lo alcanza con este último
tipo de obras. En concreto, con los llamados pabellones, una suerte de objetos
a medio camino entre la arquitectura y la escultura que reflexionan sobre el
espacio y el lugar que el ser humano ocupa en él. La galería Cayón nos muestra
en su nueva exposición los modelos
que el artista utiliza para construir esos pabellones. Estos objetos se
establecen como una especie de maquetas que le permiten trabajar a pequeña
escala lo que luego – si existe algún comprador – se llevará a proporciones monumentales.
La antesala a estos pabellones
fueron las videoinstalaciones que el artista realizó hacia 1974 y que se
centraban en crear espacios de acción en los que el público participaba. Unos
años más tarde utilizó el cristal-espejo por primera vez en la obra Two Viewing Rooms. Este material, reflectante
por una cara y transparente por la otra, va a ser fundamental en la creación de
sus pabellones en los que comienza a trabajar a partir de 1978.
Las instalaciones se nos muestran polifacéticas, siendo por un lado una crítica a la sociedad del consumismo, de los grandes centros comerciales y las empresas, que en numerosas ocasiones utilizan este material como símbolo de transparencia. Un hecho, sin embargo, paradójico pues el cristal-espejo no permite desde el exterior ver lo que hay en el interior, representando así, más bien, a la sociedad de la vigilancia que ejemplificaba Foucault con el panóptico. Por otro lado, los pabellones se establecen también como un juego, colocados normalmente en parques y grandes superficies, invitan al espectador a entrar y desafiar los límites entre “dentro” y “fuera”, a jugar con su reflejo casi como si estuviésemos ante espejos de circo. La interacción humano-obra se torna fundamental pues es la que produce el fenómeno artístico, ya que para Graham si no hay una puesta en escena de ideas, actos, juegos y preguntas por parte de una persona la pieza no es más que un objeto inactivado.
Las instalaciones se nos muestran polifacéticas, siendo por un lado una crítica a la sociedad del consumismo, de los grandes centros comerciales y las empresas, que en numerosas ocasiones utilizan este material como símbolo de transparencia. Un hecho, sin embargo, paradójico pues el cristal-espejo no permite desde el exterior ver lo que hay en el interior, representando así, más bien, a la sociedad de la vigilancia que ejemplificaba Foucault con el panóptico. Por otro lado, los pabellones se establecen también como un juego, colocados normalmente en parques y grandes superficies, invitan al espectador a entrar y desafiar los límites entre “dentro” y “fuera”, a jugar con su reflejo casi como si estuviésemos ante espejos de circo. La interacción humano-obra se torna fundamental pues es la que produce el fenómeno artístico, ya que para Graham si no hay una puesta en escena de ideas, actos, juegos y preguntas por parte de una persona la pieza no es más que un objeto inactivado.
Este hecho se traduce directamente
en la colocación de las obras en la propia galería. El artista, quizá influido
por esa primera etapa como galerista, ha trabajado con el equipo de montaje de
Cayón para colocar cada uno de los modelos de tal manera que las entradas a los
mismos miren hacia la propia puerta de la galería. De esta forma, el espectador
encuentra nada más entrar a la sala todas las piezas de frente, lo que le ayuda
a situarse en ese espacio ficticio que existiría si las obras fuesen finalmente
llevadas a las grandes dimensiones con las que nacen en la mente de Graham.
Además, su preocupación
por esas personas – niños en su mayoría – que activan los pabellones se
demuestran en el comentario que le merece la pieza Shinohara’s Pyramid. Esta pirámide tiene una entrada triangular, elevada
del nivel del suelo, y por ello el artista la considera imposible de llevar a
tamaño ampliado por la dificultad que conlleva introducirse en ella y el
peligro que podría suponer para el público infantil.
Shinohara’s
Pyramid. 2018.
Cristal-espejo de doble cara, acero inoxidable perforado, aluminio, MDF y
acrílico.
Este triángulo piramidal, además,
representa una excepción geométrica dentro de las formas redondeadas que nos
seducen y nos deforman, nos invitan a mirarlas y a mirarnos. Estas morfologías
son nuevas en la producción de Graham y es que el artista ha decidido romper
con la angularidad que ha definido en ocasiones anteriores sus modelos, encontrándonos
así con una predominancia de las líneas curvas.
La estética de trasparencias curvas
solo se rompe por dos obras, una inicial que nos muestra un vídeo a modo de
documental en el que el propio artista explica algunos de sus pabellones. Y
otra pieza que encontramos al final de la sala B de la galería, una obra titulada
Production/Reception piece for two cable
channels que pertenece a los primeros años de la carrera artística de
Graham y que nos recuerda que estamos en una galería comercial. Normalmente las
galerías siguen en sus exposiciones un rigor expositivo bajo una línea
curatorial, pero otras veces completan el espacio con obras que se salen de
esta línea, unas ocasiones más afortunadamente para enriquecer la exposición, y
en otras de manera más desafortunada, como en esta ocasión donde por la
diferencia de formatos la obra queda incomprendida – a pesar de compartir ideas
comunes con las demás piezas como la importancia del espectador –.
La exposición, por lo tanto, se
configura como un laberinto de modelos de pabellones que nos invitan a soñar
que estamos dentro de ellos. Sin embargo, el sabor que deja es agridulce ya que
el tamaño reducido de los modelos y obras como la anterior rompen en ocasiones
la ensoñación bruscamente. Por si fuera poco, el espacio que la galería muestra en
el número 9 de la misma calle, y que destaca por sus proporciones gigantes,
hace que el único modelo que se exhibe en él parezca aún más pequeño y anecdótico.
En definitiva, una buena obra y una buena galería que a pesar de todo en esta
ocasión no han sabido entablar diálogo.
Alicia González Alonso
Tu crítica del montaje de la exposición es un poco nebulosa. Por un lado parece que desapruebas la mezcla de obra escultórica y vídeos documentales del artista. Por otro, parece que tampoco te gusta la colocación de las obras en la galería, a pesar de que dices que se ha hecho siguiendo instrucciones del propio artista. ¿En entonces una crítica a la galería, al artista o a su obra?
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