Título de la exposición: Generación 2019
Artistas: Saelia Aparicio, Ana Barriga, Mario Espliego, Ana
García-Pineda, Ignacio García Sánchez, Susanna Inglada, Raisa Maudit y Lucía P.
Moreno
Comisario: Ignacio Cabrero
La Casa Encendida
Ronda de Valencia, 2, 28012 Madrid
01.02 – 28.04.2019
La
convocatoria organizada por la Fundación Montemadrid presenta este año su decimonovena
edición con los ocho artistas ganadores seleccionados de entre casi cuatrocientos participantes. Generaciones es un certamen vinculado al
centro socio-cultural desde los inicios del mismo que sirve como escaparate de
los nuevos creadores emergentes de nuestro país. En esta ocasión la teatralidad
es el eje vertebrador de una selección de instalaciones y obras que el
espectador puede recorrer en su visita. Ignacio Cabrero, al igual que en los
últimos cinco años, se encarga de comisariar la muestra ganadora dotando a la
exposición de una homogeneidad echada en falta durante ediciones anteriores.
La primera
de estas aproximaciones a la noción de perfomatividad y teatralidad es Una
pequeña serenata fallida de la artista canaria y comisaria independiente
Raisa Maudit. La instalación, al comienzo de la sala, se nos presenta como un
espacio de invocación a la figura de Wolfgang Amadeus Mozart además de teatro
operístico y monumento mortuorio. Este diálogo con el músico se establece
mediante una planchette (una güija
formada por una tabla con ruedines y un bolígrafo encajado en su extremo que
permite comunicarse con los espíritus a través de la escritura automática), un
diario con poemas de Mozart y una videoinstalación en la que vemos (y
escuchamos) a la propia Raisa interpretar el réquiem de Mozart sin oírlo. La
artista recupera la figura de Mozart como recuerdo de la infancia y se sirve de
él para reflexionar sobre el error y la imposibilidad del éxito. Para la
artista el niño prodigio del clasicismo encuentra su equivalente de la cultura
pop actual en la cantante Britney Spears, ambos genios desde niños y
fagocitados por la industria del momento.
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Raisa Maudit junto a Una pequeña serenata fallida. |
En la misma sala se encuentra Gargantas cosidas, tobillos atados del artista visual Mario Espliego. Centrado en el formato monumental y en la violencia producida desde/hacia él, en este caso el artista elige construir un momento para aquellas memorias represaliadas y/o olvidadas que no poseen uno propio, sino únicamente cuerpo, escenificación y tradición oral. El flamenco encuentra aquí su propio monumento en dos esculturas que emulan las entrañas del cuerpo, las fibras corporales e hilos de voz donde reside su origen y sus quejidos. Sin una historia escrita ni monumentos, las esculturas que lo homenajean aluden también al carácter rizomático de una cultura que se transmite por tradición entre sus miembros. Junto a las dos obras, una grabación sonora a cargo del Niño de Elche compuesta por sonidos desgarrados sin idioma o lenguaje alude a los ecos de un pasado cultural común.
Susanna Inglada, ya en otra sala, construye un paisaje teatralizado ficticio en el que podemos adentrarnos a través de una instalación que
se sirve del dibujo expandido para abordar las relaciones existentes entre la masa
y las élites. Uñas y dientes se concibe
como una narración abierta y fragmentada que medita sobre las posturas
corporales ejercidas en relación al poder. La obra toma como punto de partida Masa y Poder del escritor búlgaro Elias
Canneti en la cual se reflexiona sobre los tipos de masa y las estrategias de
poder y control. En todas las manifestaciones o concentraciones siempre existe
una performatividad de los cuerpos de los asistentes, y en este caso la artista
nos presenta por medio del dibujo cuerpos de la masa y las elites definidos por
los detalles de sus manos y sus rostros, es decir: por sus gestos.
Ya en la
última sala, Ana García-Pineda expresa los límites del lenguaje y lo arbitrario
de los símbolos por medio de Señores
sentados haciendo rayas. Una instalación que dedicada al uso y la
simbología de la raya como concepto que crea barreras defensivas. Un vídeo
narrado por la propia artista traza un recorrido genealógico de la historia de
la raya que termina por determinar las fronteras, con una fuerte crítica
poscolonial. Crear símbolos es sencillo, y aceptarlos como algo que siempre han existido también, cuestionarse lo arbitrario y artificial de los mismos no tanto. Un enorme dibujo que ocupa toda la pared de la
sala y un cuadro completan la instalación representando respectivamente las
fronteras aéreas y marítimas.
Saelia
Aparicio con Prótesis para invertebrados,
Ana Barriga con El taller de las Moscas,
Ignacio García Sánchez con Amaurot
World’s Fair, y Lucía P. Moreno con My
Advice to Eva completan un conjunto expositivo mucho más coherente que en
ediciones anteriores. Como señalábamos al comienzo, la noción de teatralidad actúa como paradigma común al que los diferentes proyectos se aproximan cada
uno desde sus disciplinas. Todo un acierto del jurado y el comisario de la
presente edición.
Jose Ángel Escribano Martín
Muy bien, José Ángel. No es fácil reseñar todas las obras de una exposición colectiva como ésta. A veces es preferible la mirada de conjunto. Tu crítica es muy correcta.
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