Canto contemporáneo baldío
Artista: Guillermo Kuitca
Título
de la exposición: Guillermo
Kuitca
Comisario: Sonia Becce
Espacio: Elba Benítez
Dirección: Calle San Lorenzo nº11
Fechas: febrero - abril 2019
El número 11 de la calle San Lorenzo deleita al visitante y al
curioso que se atreve a traspasar su portal con un magnífico patio en el que
habita un antiguo castaño; un espacio interior donde cohabitan dos importantes
salas de exposiciones: Elba Benítez y Heinrich Ehrhardt. En esta ocasión, me adentro
en las luminosas salas de la galería de Elba Benítez para contemplar una serie
de obras recientes del aclamado artista argentino Guillermo Kuitca.
En primer lugar, creo necesario reconocer los atractivos de los
papeles dedicados a planos y alzados de los teatros de ópera presentes en la
primera sala. Este grupo de soportes, maltratados por el agua y el vapor,
desdibujan el diseño original para simular la vibración y el ruido generado por
el público. Se produce así un cambio de perspectiva que deja de fijarse en lo
que ocurre en el escenario, entendido como espacio reservado para la creación y
el creador, para fijarse en el lugar que ocupan los espectadores. El público se
convierte en el gran protagonista de la escena y Kuitca en el director que
contribuye a desplazar los intereses de la práctica artística del juego de la
autorreferencia al objeto comprometido que versa sobre y vierte hacia la
sociedad.

Teatro
Real interpretado por Kuitca (2018)
Si bien este giro queda formulado con acierto y sutileza a través
de la metáfora de la ópera, resulta menos acertada otra de las tácticas que
utiliza para demostrar su espíritu socialista: el artista argentino decide
uniformizar el color de todas las secciones del teatro para señalar la
necesidad de igualdad social. El espacio del teatro queda definido como una
"microsociedad artificial" representativa de las posiciones que el
ser humano puede ocupar en la ciudad. A pesar de que las secciones del teatro
puedan leerse como mapa sociológico de la ciudad en cuestión, la estrategia de
reivindicación, poetización o reflexión resulta vaga.
El resto de la muestra está compuesta por una serie de pinturas
abstractas sobre tela o madera, a excepción de un grupo de nueve sedas
intervenidas con técnica mixta; en éstas últimas, líneas difuminadas buscan la
tensión entre lo reconocible y lo indeterminado. A riesgo de parecer
inadecuado, creo necesario apuntar que estas pinturas suscitan tan poco interés
como el que le ha prestado la comisaria de la exposición, Sonia Becce. En su
texto, no hace un solo comentario directo sobre esta serie de pinturas, a pesar
de que ocupen dos terceras partes de la galería. Se limita a enumerar los
logros pretéritos del artista y a describir aquellas maniobras que le han
permitido participar del gran circuito institucional. Su defensa, sin embargo,
remite en su totalidad a las acertadas decisiones poético-estilísticas tomadas
por el artista en torno a los años 90. Por ello me pregunto, ¿no existe ningún
elemento novedoso en la reciente obra de Kuitca digno de mención, tras más de
20 años de diferencia? Cabe recordar que Sonia Becce no es tan solo curator de
este proyecto expositivo, sino también colaboradora del artista desde 1989.
Quizá éste sea mi único punto de encuentro con ella: no parece que esta
exposición de Kuitca aporte nada nuevo a su recorrido.

Sin
título (2011)
A pesar de todo, se agradece el esfuerzo de Elba de traer obra de
un artista cuyo trabajo ha sido ampliamente reconocido por los grandes museos
(MoMA, MNCARS, IVAM, MALBA entre otros) e instituciones del arte (Bienal de
Venecia, Documenta de Kassel, Bienal de Sao Paolo). En Madrid no se ha podido
ver obra de Kuitca desde el año 2003. Así pues, gracias Elba.
Leandro Navarro.
No se acaba de entender tu crítica política de la obra de Kuitca. Sí que se entiende bien tu desdén y el de la comisaria hacia las pinturas de la exposición. Bien.
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