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La reflexión vertical / la emoción irrepetible


Título: Duel
Artista: Bernard Piffaretti.
Lugar: Galería Marta Cervera, C/ Valencia, nº 28.
Fecha: 28 de noviembre de 2018 al 3 de marzo de 2019.

Bernard Piffaretti (Saint Etienne, 1955) es uno de los pintores abstractos más consagrados y reconocidos del panorama internacional. Desde que en 1986 expusiera individualmente en la galería Jean Fournier su trayectoria artística no ha cesado de crecer. Sus exposiciones individuales en el Musée de Beaux-Arts de Nantes en 2015, en el Musée d’Art Moderne de Saint Etienne en 2009 o en el Musée Matisse en el 2008 lo avalan, siendo la guinda a esta fulgurante trayectoria su próxima exposición individual en el museo y centro de arte Georges Pompidou en París, ciudad donde trabaja y reside. 

En el principio fue un trazo vertical: una inocente linea que apenas trasciende en una primera mirada. Sin embargo, conforme vamos avanzando en la calculadísima plástica de Piffaretti, nos damos cuenta de que ese sutil eje es el pilar maestro de toda su reflexión pictórica. De este modo, cada lienzo se articula en dos partes aisladas pero conectadas por la misma composición que se despliega en ambas. Sin embargo, un segundo vistazo nos revela que lo aparentemente idéntico no es tal, apareciendo paulatinamente pequeñas pero claras diferencias que desestabilizan nuestra visión inicial. El proceso pictórico es siempre el mismo: una parte es pintada antes y la otra es reproducida posteriormente y de memoria, siendo imposible saber cuál de ellas fue realizada en primer lugar.

Así, a pesar de que la dependencia entre las dos partes el lienzo es orgánica y evidente —sobre la cual Piffaretti levanta todo su trabajo—, esta parece quebrarse y fracturarse por las tensiones y discrepancias que se dan en cada una de las composiciones, provocando una aguda reflexión sobre términos como “originalidad” o “reproducción”, así como su vigencia y validez hoy en día. En tanto que no podemos distinguir cuál es el original y cuál es su copia, estos conceptos se tornarían fútiles, con los cuales el artista parece jugar, partiendo teóricamente de los mismos para desactualizarlos por completo en el resultado final. 

Bernard Piffaretti, Untitled, 2018

La idiosincrasia de la copia queda por ello radicalmente desmontada: no sería tanto una copia del otro lado del lienzo, sino una reproducción del proceso mismo de realización. Esto es lo verdaderamente evocador: no persigue la repetición de la imagen antes fijada, sino la repetición de su recuerdo. La memoria, por tanto, se erige como un punto fundamental que sobrevuela estos cuadros: la memoria frágil, quebradiza, traicionera a veces, se convierte en la única materia prima a disposición. Y es precisamente esta debilidad congénita la responsable de que a veces no pueda ser rellenada la otra parte del lienzo: lo precioso y fatal del recuerdo es su desvanecimiento. En palabras de Piffaretti, estos cuadros “inacabados” —uno de ellos abre la presente muestra— están terminados, pero el proceso pictórico permanece incompleto. Por lo tanto, cada pintura cristaliza una supervivencia, pero también una contingencia posibilitada por la memoria difusa. Tanto si el mencionado proceso se culmina satisfactoriamente o no, la conclusión es la misma: la imposibilidad de repetir el gesto artístico primigenio.

La línea vertical permite abordar también otro aspecto discursivo fundamental: una reflexión deconstructiva sobre la linealidad del tiempo, convención occidental que ejerce gran coerción en nosotros a la hora de interpretar el hacer pictórico. Así, esta literalidad y rigidez temporal vendría a ser perturbada en el momento preciso en el que nos colocamos delante de estos cuadros: la aparente repetición desplegada en los mismos provocaría la ruptura de ese tiempo inflexible y siempre diacrónico al ser incapaces de discernir qué parte fue pintada en primer lugar.

Estos lienzos, por lo tanto, piensan y nos exponen sus pensamientos, reflexionando sobre los múltiples matices que encierran y rodean al proceso de repetición y de re-representación. Y, sin embargo, lo realmente valioso, a mi modo de ver, en la producción de Piffaretti es la radical agencia con la que dota al espectador. Acostumbrados normalmente a una pintura abstracta encerrada en sí misma y en sus reflexiones internas, que nos relega a un estado de pasividad, Piffaretti rompe este hermetismo y sitúa al espectador en una posición central en el funcionamiento y sentido de su plástica, a la vez que lo desarticula y desarma. La citada destrucción de la linealidad temporal y su consabido binomio original/copia sume al visitante en una estimulante inestabilidad y lo obliga a adoptar un rol más astuto, agudizar su mirada y poner en pausa sus más sólidas convenciones.


 Duel, 2018/2019, Galería Marta Cervera

A pesar de hallarnos ante una pintura reflexiva y sesuda, no podemos olvidar su elevado atractivo estético, que radica en los brillantes y saturados colores y unas composiciones geométricas audaces y desenfadadas, que nos recuerdan a la abstracción americana, la vitalidad del pop o al grupo francés Supports/Surfaces. Piffaretti despliega un expresivo equilibrio articulado a través de unas composiciones abstractas y geométricas, con limpios y puros motivos, que contrastan con una ejecución vibrante y poderosa, que deja entrever los brochazos y los chorretones que corren por el lienzo. Finalmente, querría destacar la capacidad del artista para emocionar a través de unos cuadros tan meditativos: las sucesivas imperfecciones que se descubren en la comparación entre las dos partes de cada lienzo dotan al cuadro de una gran vulnerabilidad y humanidad, conectando con nuestros sentimientos más íntimos y produciendo un enlace con las obras en un plano afectivo, ya que pareciera que esa misma repetición fallida redundara en una delicada fragilidad. 



F. Javier Jiménez Leciñena

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