Artista: Theo Mercier
Título
de la exposición: Silence is
sexy
Espacio: Galería Casado Santapau
Dirección: C/ Piamonte, 10
Fecha: 14 marzo- 10 mayo, 2019
Cuando
se plantea la idea de arqueología suelen aparecer en nuestra cabeza estereotipos tales como polvo, desierto, sombreros fedora… una miríada de
conceptos relacionados con la idea de antigüedad y ruina. Si bien algunos son
ciertos –tan solo necesitamos ir a cualquier excavación arqueológica- es una
visión utópica más relacionada con la ciencia ficción que con la realidad. La
arqueología busca el mundo antiguo, es cierto, pero el desempolvar determinados
restos es un medio para llegar a lo esencial: búsqueda del conocimiento
de ese mundo. Artistas
como Gordon Matta Clark (1943- 1978) utilizarían esta idea de ruina para
generar un pensamiento. El artista estadounidense lo haría mediante su anarquitectura [anarchitecture]. Toma
edificios abandonados en el espacio público, interviniendo en ellos de forma
agresiva y transformándolos en algo nuevo, consiguiendo así exponer el espacio
y la relación de los edificios con este.
Algo
parecido vemos en Casado Santapau, en la exposición Silence is Sexy (14 de marzo- 10 de mayo, 2019) del francés Theo
Mercier (París, 1984). Si Matta Clark relaciona edificio con espacio público,
el artista francés relaciona espacio y objeto, creando así una suerte de gran
instalación. Asimismo el espacio se ve repleto de agarres para escaladores,
creando soportes que permiten una ascensión vertical. Mediante esta
transformación del espacio, Mercier elabora un homenaje a la performance
–elemento importante en su trayectoria- mientras expone una muestra de su
pensamiento como artista. La acción consistió en una serie de actores escalando
las paredes de la galería durante la inauguración. Pese a su pericia, la caída
era una posibilidad si bien no inminente, plausible.
Este
juego de inestabilidad y destrucción es un axioma dentro de su obra. Podemos
verlo en sus Monument Ordinaire
[Monumento ordinario], una suerte de híbridos creados mediante la unión de
vasijas del s. XVIII con estructuras generadas por él. Dispone dichos elementos
encima de las vasijas, dando pie a objetos inestables que pareciesen estar a
punto de caer en cualquier momento. Sus trabajos se ven revestidos por ese
humor, oscilando entre la idea de sagrado [lo antiguo] y lo profano [los
elementos creados]; los desacraliza y juega con la posibilidad de destruirlos
completamente, no por causa externa sino por accidente, pues la misma obra
preludia esa catástrofe. Como si una investigación matemática se tratase,
movimiento y equilibrio se unifican en estas obras. La disposición –milimétrica-
los hace llamativos, bellos, incitan al espectador a ser esa fuerza que ayude a
dar el traspié definitivo para su destrucción.
Centrándonos
en un factor más conceptual, vemos cómo desarrolla esos planteamientos de
arqueología y contemporaneidad mediante un matiz en forma de estética pop y new
age, algo visto en sus Chef's-D'oeuvre De
L'art [Obras maestras del arte]. Toma una serie de imágenes de archivo de
obras clásicas [muchas de ellas adquiridas pero no expuestas en el Louvre] y
las contrapone a un color estridente heredado de esa idea pop y new age. Inunda
el marco, adoptando el mismo color, y genera una tematización de las imágenes
al agruparlas por afinidad temporal. De esta manera expone una idea del periodo
al que corresponden: el ‘escriba del Louvre’ con las pirámides y sandalias
egipcias, un retrato griego con la efigie de un caballo y siluetas de cerámica,
elementos puramente africanos con aquellos hechos para los turistas…
La
mayoría de imágenes están presentes en nuestra memoria colectiva más como
resultado del turismo del estudio que de
haberlas visto in situ. La
arqueología de Mercier asume esto y lo expresa no de una manera historicista
sino visual: no hace un compendio de obras clásicas, crea un discurso satírico
e irónico en el que hay imágenes que se relacionan con el color. Creaciones tan
llamativas como Sans Titre (Mask)
[Sin título (Máscaras)] muestran la desacralización de objetos históricos como
algo perenne en su obra.
Theo
Mercier nos da otra forma de ver la antigüedad, una nueva forma de
relacionarnos con ella. Lejos, muy lejos de parecer un catálogo de cualquier
museo o institución, se arriesga a presentar elementos clásicos bajo la mirada
de una nueva generación. Sus colores [llamativos], sus formas [extravagantes]
buscan al espectador y le llaman para iniciar un juego acuñado en sus obras. La
permisibilidad de dar al que mira una nueva forma de relacionarse con la
Historia.
Fernando Sánchez Morote
Fernando Sánchez Morote
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